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Alcanzando la perfección

¿Por qué nos gusta conseguir el 100% de los juegos?

Tal vez se trate de cumplir todos los objetivos. Tal vez se trate de demostrar que un juego nos ha gustado tanto, que tenemos que acabarlo. Tal vez sea que, por el hecho de haber jugado tanto, nos sentimos identificados con el protagonista y no queremos dejarlo tirado. Tal vez sea que el camino recorrido es muy importante, pero también lo es el que queda por recorrer. Tal vez sea, únicamente, dar importancia a lo que hemos hecho.

  Pueden ser muchas razones, pero la realidad es una: nos gusta conseguir la perfección en los juegos. Nos gusta conocer todos los detalles, todos los puntos del mapeado. Conocer a todos los enemigos y poseer todas las armas. Conseguir todas las mejoras y descubrir todos los secretos. Tener la sensación de que se ha conseguido todo lo que se podía conseguir.

  Nos gusta creernos los reyes del lugar, encontrarse con antiguos enemigos que nos las habían hecho pasar canutas, y ahora demostrarles que ahora el jefe eres tú, que todo ha cambiado y que ahora eres tú el que manda. Nos gusta reírnos de sus armas, de sus defensas, de sus poderes, nos gusta que cuando consiguen hacernos daño, sea tan insignificante que no se tenga en cuenta.

Razones no nos faltan. En una sociedad donde somos unos Don Nadie, nos gusta sentirnos importantes en algo, aunque no sea palpable. Nos gusta pensar que todo el esfuerzo realizado hasta la fecha ha merecido la pena y que hay una luz al final del túnel.

En una sociedad donde somos unos Don Nadie, nos gusta sentirnos importantes en algo, aunque no sea palpable.

Lo fácil es salvar al mundo en 4 horas, con cinemáticas por medio y personajes graciosos a rabiar. Lo difícil es acabar un juego y tener pocos recuerdos de cómo y cuando empezamos el el trayecto. Y que estos recuerdos, únicamente sirvan para reírnos de aquellos obstáculos tan complicados por los que ahora pasamos por encima sin el mayor esfuerzo.

Estas sensaciones son las que me gustan al pasarme un juego largo, un juego con opciones, con niveles, con mejoras, con secretos. Me gusta pasarme el GTA y ser el jefe y señor de Liberty City. Me gusta pasarme el Fallout 3 y reírme de los supermutantes que osan enfrentarse a mi lanzamisiles y a Fawkes. Me gusta tener un equipo en el FIFA con el que vapuleo a los rivales con jugadores que nadie conoce y no existen en la realidad.

Por todo esto, me gustan los juegos largos. Pero hay un problema: el tiempo. Porque cuando empezamos un juego como Skyrim o Dark Souls hay un pacto no escrito, hay un convenio por el cual hay que tener tiempo suficiente para llegar a ser los reyes, los jefes del lugar.

Porque es eso o dejar el juego a las primeras de cambio, y eso, por todo lo escrito anteriormente, no es una opción valorable. Porque sino, seguiremos siendo lo de siempre, unos Don Nadie. Y eso sería imperdonable.

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