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Prototype

Ultraviolencia nihilista.

Como en todo buen sandbox (remarco lo de "buen"), la ciudad es casi un personaje en sí mismo. La infección no se nota sólo en las gentes: algunos edificios se convierten en "colmenas" del parásito, los depósitos de agua en criaderas de cazadores, el suelo adquiere un tono rojizo allá donde el virus ha hecho estragos… Los programadores incluso se han permitido el lujo de meter filtros visuales para distinguir entre las zonas: rojo para los infectados y azul para los militares. No es tan bestia como pueda ser el de la película Traffic, pero las transiciones sí que pecan de bruscas.

Manhattan sufre durante todo el juego su propia mutación, evolucionando al mismo tiempo que Alex. Una de las características que más me ha gustado ha sido precisamente el énfasis en esa degeneración progresiva desde la urbe segura y ordenada en la que despertamos al infierno en la tierra de los últimos compases. Al principio veremos algún accidente de tráfico, un par de infectados y mucha gente huyendo de ellos… Para cuando afrontemos el jefe final, la ciudad será un caos con infectados por todas partes atacando a los pocos humanos supervivientes, con tanques y soldados matando a todo lo que se mueva, a pesar de ser superados en número. Se puede decir que es una ciudad viva, que no permanece ajena a nuestros actos.

Sobre todo, es una ciudad que nos invita a desmelenarnos, a pensar en todas las locuras posibles y llevarlas a cabo. Como derribar un helicóptero, coger sus restos en llamas y derribar otros dos congéneres; o como derribar el mismo tipo de vehículo con una patada karateka (¿he dicho ya que me encanta este movimiento?); o como escalar el Empire State en vertical, dar una voltereta hacia atrás, convertir mis manos en piedra y caer estilo lucha libre sobre un tanque… Lo siento, si empiezo no paro.

Sencillamente, es un juego pensado para hacer el cabra. Todos los poderes, especialmente los más avanzados, están enfocados a sembrar caos y muerte allá donde pisemos, y la posibilidad de planear o de correr por las paredes favorece un dinamismo que no se veía desde Crackdown.

Las voces de protagonistas y secundarios son, por decirlo de alguna manera, bastante prescindibles. Vamos, que igual que te dice "I'm Alex Mercer" te dice "I'm Rorscharch" y te lo crees. Y si pongo estas frases en inglés es porque, evidentemente, así viene doblado el juego. El trabajo de localización no es excesivamente malo en las traducciones (más allá de que se salte a la torera casi todos los "fuck" presentes), pero los textos sufren desapariciones demasiado a menudo, especialmente cuando aparece un nuevo objetivo de misión o en los recuerdos.

Los efectos de sonido sí que son geniales, cada arma tiene un sonido fácilmente reconocible al desmembrar carne humana. Por su parte, la música pasa bastante desapercibida -más que nada porque con tanta explosión casi ni se escucha- pero acompaña bastante bien a la acción. Para hacer un símil podría decir que recuerda un poco a la LOST, con violines y sonidos graves acentuando aquellos momentos trascendentales.

Prototype puede decepcionar a quien busque un título más serio como pueda ser el propio InFamous -y si no he hablado de él es porque me parece que juegan no en ligas, sino en deportes diferentes. Es un título claramente enfocado a explotar nuestra vena más salvaje, y en eso es casi insuperable. Espectacular de principio a fin, ni siquiera el pésimo argumento ni los pequeños defectos gráficos consiguen evitar que disfrutemos de una experiencia que consigue llevarnos a una total evasión y, en último término, al nirvana de la violencia sin sentido.

8 / 10

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