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Mirror's Edge

Corre Faith, corre...

No nos olvidemos de las acciones de ataque. Puedes desarmar a los malos (hay que pulsar un botón justo en el momento adecuado, cuando el arma se les pone roja) o, directamente, golpearlos. Una vez tienes su pistola, metralleta, rifle o escopeta puedes utilizarla para cargarte a los demás enemigos. Eso sí, tu rapidez y capacidad de movimiento se ven reducidos a la mínima expresión. Faith con una arma en la mano pierde glamour. Nosotros os recomendamos pegar los menos tiros posibles. Una vez dominamos el control, es momento de decidir si queremos desactivar los objetos que aparecen destacados en rojo para indicarte la ruta que tienes que seguir. No os recomendamos que lo hagáis en la primera partida ya que, como decíamos, es vital mantener cierto ritmo. En la segunda, tercera o cuarta, cuando os sepáis los escenarios de memoria, ya os lo podéis empezar a pensar. Porque, sí, Mirror’s Edge mejora con cada partida que empiezas. De esta forma se compensa la relativamente corta duración del modo un jugador.

Otras formas de alargar la vida del título es intentar superar determinados retos (que se recompensan en forma de logros o trofeos), como completar una partida sin pegar un tiro.

Take me where I have to go

No todo es perfecto en Mirror’s Edge. La historia de fondo, que parte de un planteamiento genial, es bastante mala. Se nota demasiado que hay una trilogía pensada; te quedas totalmente a medias. Bueno, a un tercio. Y esa sensación de inconclusión no es agradable. Es como cuando salimos del cine tras ver Piratas del Caribe 2, y no mola nada.

Tampoco ayuda que escaseen los momentos WHOA, para buscar una onomatopeya descriptiva. Hay pocas situaciones de esas que te hacen vibrar, como sí lo consigue, por ejemplo, Call of Duty 4. No queremos destaparos nada de la trama, pero básicamente se echan de menos momentos con dramatismo y tensión narrativa. Hay algunos escenarios -todos los del juego son urbanos, como cloacas, interiores de edificiones, túneles, etc- y algunos jefes finales en los que no puedes dejar de pensar que se le podría haber sacado más jugo.

El multijugador, por su parte (y si habéis probado la demo ya lo sabréis) es un contrarreloj bastante apañado. Lo que hace es convertir Mirror’s Edge casi en un juego de carreras al estilo Forza Motorsport. Las premisas son las mismas, completar un recorrido en el menor tiempo posible. Para ello no sólo tienes que encontrar la ruta óptima si no que además tienes que medir cada movimiento al milímetro. Cuando consigues un buen tiempo incluso es posible que aparezcas en algún ránking internacional. Se echan de menos, eso sí, opciones para poder competir en vivo contra otros jugadores, en vez de contra fantasmas. En todo caso, es divertidísimo.

Just sunshine / And blue sky

Como hemos visto, Mirror’s Edge tiene sus defectos. Pero, como recuerdan las famosas y cursis frases de carpeta de instituto, no llores por no ver el sol porque las lagrimas no te dejarán ver las estrellas. Estamos ante una auténtico juegazo que hará historia. Cuando tienes el mando en las manos te da esa sensación de que estás viviendo algo único. Su grafismo espectacular, ya veréis, marcará una tendencia que traspasará las fronteras del videojuego. Han conseguido juntar innovación, diversión y reto de tal forma que pueden disfrutarlo tanto jugadores casuales como aquellos más experimentados.

En definitiva, Mirror’s Edge es, a todas luces, un producto esencial para cualquier persona que esté enamorada de los videojuegos. Sí, el amor es algo subjetivo. Pero, reconozcámoslo, cuando sientes ese flechazo te das cuenta que hay pocas cosas mejores que eso.

10 / 10

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