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Grand Theft Auto IV: The Ballad of Gay Tony

¡Ai mami, por favol!

The Ballad of Gay Tony es puro exceso. Por decirlo de alguna manera, es como si los chicos de Rockstar North se hubiesen puesto a planificar esta segunda expansión del super-exitoso GTA IV con un resaca del copón; después de una noche de juerga por Princess Street en la que se combinaran todo tipo de alcohol, drogas y bajo la tutela del gran Geras. ¿Os imagináis el resultado? El GTA que esperaban aquellos a los que no les gustó GTA IV. Y es que en el fondo, TBoGT es como una gran fiesta, es como una celebración. ¿Y qué se celebra? -os preguntaréis. Pues nada más y nada menos que ESTO.

Hace casi dos años este estudio de desarrollo con sede en Edinburgo creó un juego que no solamente reventó todos los récords de ventas sino que sorprendió a todo el mundo con el que todavía hoy es el entorno virtual más cuidado de cuantos se han visto nunca en consola: Liberty City. Sin duda, la ciudad era y es la gran protagonista, y esto es algo que ya se vio tanto en GTA IV como en The Lost and Damned. Sin embargo también nos dio la sensación de que ante el descomunal tamaño de la proeza arquitectónica que se habían currado decidieron apostar por un estilo de juego más sobrio, como si actuaran con la cautela propia de un Ulises del siglo XXI, encorsetando el cachondeo padre que había caracterizado a la saga hasta el momento de cara a potenciar el realismo –casi fotográfico en las distancias largas– del mundo que habían creado.

Ahora, una vez que nos han demostrado lo serios que pueden ser cuando se lo proponen y acostumbrados a las melodramáticas vidas de Niko Bellic y Johnny Klebitz, Rockstar recupera de alguna manera sus años mozos y sus locuras de juventud. Y es que TBoGT es el equivalente digital a salir de fiesta dispuesto a saltar del Empire State en paracaídas, circular con un tanque por Times Square y bañar en Dom Pérignon a las chicas del local nocturno más pijo de Nueva York... Perdón quise decir Liberty City.

Una de las cosas de TBoGT que más rápidamente llama la atención del jugador asiduo de GTA IV es la ingente cantidad de dinero con la que empezaremos a controlar a nuestro protagonista Luís López. Mientras que con Niko y Johnny casi siempre andábamos racaneando pasta para comprar munición y chalecos anti-bala resulta curioso como desde buen principio aquí disponemos de un pastizal del quince; eso sí, gracias a la generosa paga que ganamos al trabajar para nuestro jefe Tony Prince, más conocido como Gay Tony. Es importante recalcar este aspecto ya que si en los anteriores juegos empezábamos codeándonos con la purria de la ciudad en esta ocasión nada más empezar tendremos como aliado a este personaje que da nombre al juego, y que además de la condición de homosexual que se le presupone por el apodo también está montado en dólar gracias al lucrativo negocio de los locales nocturnos.

Somos el guardaespaldas personal de Tony Prince, le ayudamos a llevar el negocio y además somos el único tipo en el que puede confiar, así que ya podéis estar preparados para afrontar todo tipo de encargos, desde volar tres helicópteros con la nueva escopeta de proyectiles explosivos, vigilar que los clientes de la discoteca estén a gusto o aconsejarle de que aquel tipo con el que sale es un sacacuartos despreciable. La aparente falta de carisma de Luís López se compensa con la potente personalidad de Tony, un personaje con un presencia descomunal cuya cada línea de diálogo es oro puro y que no para de recordarnos la distancia entre Rockstar y el resto de desarrolladoras a la hora de plantear la base argumental y narrativa de un videojuego.

Pero Tony no es el único personaje que destaca, el resto del elenco está absolutamente a la altura de este último, destacando entre todos ellos la presencia de la madre del protagonista, pesada como ella sola –como todas las buenas madres– pero entrañable y ciertamente sorprendente dentro del contexto de un GTA; una mujer a la que deberemos proteger de un usurero que la amenaza. También encontramos otros personajes como uno que resulta ser un auténtico guiño a los fans de GTA IV y con el soltaremos más de una carcajada hiper-vitaminada. Mención aparte para Yusuf, el hijo de un magnate del petróleo que básicamente se podría decir que –si existiera y no rascase– utilizaría papel de váter bañado en oro y cuya caricatura de la opulencia acaba siendo lo más bizarro que uno recuerda haber visto en mucho tiempo. Todo esto sin contar la aparición testimonial de los Niko y Johnny de rigor en esta suerte de “Vidas Cruzadas” que se están marcando en Rockstar.

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Albert García

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