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Final Fantasy Crystal Chronicles: The Crystal Bearers

PlaySkool.

Si esperáis llegar a una ciudad y hacer lo típico de hablar con los pueblerinos, recuperar fuerzas en la posada y comprar provisiones para el viaje, ya podéis olvidaros de esta idea. En TCB las ciudades son enormes extensiones llenas de personajes, pero no podemos hablar con ellos, la única forma de interactuar con el entorno es armar la gorda moviendo y tocando todo lo que nos encontramos. Es por esta razón que la primera vez que uno juega no acaba de entender que está pasando exactamente, a nuestros alrededor no paran de suceder cosas muy extrañas constantemente, la gente viene y nos empuja sin motivo alguno, se enamoran de nosotros y les sale un corazón en la cabeza.

Todo está enfocado para que sea visualmente muy directo y jugablemente muy fácil, pero aún así el resultado es desconcertante en la mayoría de casos. Han querido que fuera una experiencia tan intuitiva que ha acabado resultando en una sucesión de escenas absurdas y totalmente ilógicas. Y eso, por no hablar de una dificultad de risa, algo que nos indica que claramente es un juego enfocado a niños muy pequeños. En las secciones de plataformas el salto es automático y nunca caeremos al vacío, asimismo morir en los combates es casi imposible a no ser que juguemos con los ojos vendados. Es una lástima que en los momentos de acción más intensa todo se realice de forma casi automática, el juego va prácticamento solo, no exageramos.

Encontramos también varios mini-juegos, pero lamentablemente ninguno de ellos destaca especialmente ya que son muy sencillos y solamente los podemos jugar una vez. Y finalmente, cuando encontramos un enemigo final que parece que supone un mínimo reto nos topamos con uno de los problemas más graves del título, un sistema de cámaras que no funciona nada bien y que es más propio de la generación pasada. Nuestro personaje ocupa todo el rato el centro de la pantalla dando una sensación muy estática que solamente sirve para dificultarnos la visión de lo que tenemos alrededor, algo que va en detrimento de su filosofía de ver y tocarlo todo.

A pesar de todos estos errores de diseño a nivel técnico el juego muestra un muy buen nivel y la verdad es que entra por los ojos, es de lo mejor que podemos encontrar en la consola. Los escenarios son muy variados, coloristas y grandes; a su vez, los personajes hacen gala de un diseño artístico cargado de personalidad y un buen modelado. Por contra, las animaciones han quedado mucho más descuidadas y como pasa con la cámara, no acaban de ayudar a que el sistema de interacción de objetos brille con más fuerza. Ninguna queja para el apartado sonoro, que cumple aunque no está a la altura de las preciosas melodías y ritmos de los anteriores FFCC.

La idea que subyace tras este The Crystal Bearers es muy atractiva: crear un FF que realmente se adapte a la filosofía de Wii. En este sentido esta decisión de Square Enix es completamente acertada. Sin embargo, el resultado no ha sido tan correcto como esperábamos ya que ha acabado siendo un juego que no satisfará ni a unos ni a otros. Por lado, es fresco y directo en sus escenas de acción, y sus idea de favorecer la experimentación es muy interesante, pero al mismo tiempo es un título farragoso en su historia y sobre todo en el ritmo y en el hecho de que es muy lineal. Los jugadores más pequeños son su público objetivo, pero la fórmula ideada de poder moverlo todo tampoco garantiza que vayan a pasárselo en bomba, y eso sin tener en cuenta que ni la historia ni los diálogos están hechos pensando en ellos. Es por todo esto que The Crystal Bearers se queda en un extraño terreno de nadie. Es un Final Fantasy diferente, y se agradece, pero que sea diferente no significa necesariamente que tenga que ser bueno.

5 / 10

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Albert García

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