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Echoshift

¡Ecoooooooo! ¡Eco! !Eco!

Echoshift es un juego que aplica a la resolución de puzles conceptos como el trabajo en grupo y la gestión del tiempo, premiando la velocidad mental, la inteligencia espacial y la estrategia a corto plazo.

Heredero directo de la estética y la sobriedad de Echochrome, este nuevo título ofrece otra ración de puzles cuyo planteamiento sencillo pero exigente asegurarán más de un quebradero de cabeza a los amantes de este tipo de pasatiempos.

En esta ocasión Artoon se aparta de las poco precisas tres dimensiones de Echochrome para plantear una premisa simple y más amigable con el usuario. Cada uno de los 56 niveles que constituyen Echoshift es un rompecabezas cuya solución consiste en alcanzar la salida lo más rápido posible, sorteando los elementos que los diseñadores han colocado para amargar la vida al jugador. Podremos encontrar desde los diferentes pisos de altura, muros y resortes de los primeros niveles a los enemigos, trampas y plataformas móviles de las fases más avanzadas.

La secuela de Echochrome añade una nueva dimensión: el tiempo.

La mecánica de resolución de puzles que propone este heredero indirecto de Echochrome requiere trazar soluciones de lógica temporal y compenetración entre el avatar y sus distintos “ecos”. Para que nos entendamos, un eco es una manifestación actual de un hecho pasado, un sistema que graba tus acciones y consecuencias y las reproduce en la siguiente iteración permitiendo varias acciones al mismo tiempo. Imaginad las posibilidades, por ejemplo: Pulsa un interruptor mientras un eco levanta el muro que no te deja continuar y otro distrae a un enemigo que vigila la salida. Interesante, ¿verdad?

La gracia del juego se encuentra precisamente ahí, en alcanzar la salida utilizando el menor número de ecos y conseguir hacerlo en el menor tiempo posible. Porque sí, los niveles tienen un límite temporal que limita las acciones de los ecos, es decir, en una iteración sólo podrás actuar durante 30 segundos (es un ejemplo, el rango de tiempo va desde los treinta a los cincuenta segundos en los puzzles más difíciles), por lo que habrá que estrujarse el cerebro para ver con qué eco hay que pulsar el botón más lejano y, en general, cómo desarrollar las acciones para que encajen en el “planning” temporal de la fase.

A pesar de que cada nivel permite utilizar hasta nueve ecos para su resolución, las mayores puntuaciones sólo se consiguen haciéndolo con tres o cuatro. Echoshift destaca la meticulosidad en extremo, puesto que al menor descuido en las acciones te llevarán de manera casi inconsciente a reiniciar la pantalla para conseguir ese “perfect run” imposible.

Además cada nivel propone tres retos diferentes desbloqueables de manera secuencial. El primero es el más clásico, consigue llegar a la salida y listo, pero los dos restantes implican encontrar primero la llave que abre la puerta y el más difícil desafía al jugador a conseguir un record permitiéndole manipular el tiempo durante tres segundos.

El problema de Echoshift es precisamente su esencia de rompecabezas; es un juego sólido, bien trazado y con un diseño de niveles variado y que no cae en la monotonía, pero no tiene nada más. Es como llevar un sudoku en la PSP en lugar de un periódico de distribución gratuita. Divierte, sí, pero no atrapa. Además, padece de cierta imprecisión en los controles que lo hacen algo frustrante en las ocasiones de mayor tensión, aunque no es un problema grave. En este sentido, Braid sigue siendo una obra maestra a diez años luz del resto.

Para los amantes de los juegos de puzzles en general y el método de ensayo y error en concreto, Echoshift es una propuesta casi obligatoria, pero para el resto de público la obra de Artoon no pasará de las dos o tres primeras horas que requiere descubrir los entresijos de su curiosa mecánica.

7 / 10

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