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Avance de Spec Ops: The Line

Highway to hell.

Cobijado en una posición ligeramente elevada observo como tres soldados americanos interrogan de forma brutal a un agente de la CIA, amenazándole con ejecutar a varios civiles que caminan asustados hacia otro grupo de siniestros militares. Debo pensar rápido qué hacer a continuación, ponderando las diferentes opciones y sus eventuales consecuencias.

Podría disparar desde la distancia a los tres soldados, bajar rápidamente y proteger a un tipo que tiene información que necesito, pero entonces los civiles serían aniquilados sin contemplaciones por el otro grupo. O podría deslizarme en silencio tras ellos y salvar a los inocentes, aunque eso implicaría la más que segura ejecución del agente de la CIA. En una fracción de segundo ya tengo asumido que estoy con la mierda hasta el cuello, y que haga lo que haga las cosas van a acabar mal. Muy mal.

Situaciones como esta se suceden continuamente en Spec Ops: The Line. Es un juego al que le gusta poner a prueba tu sentido moral, hacerte escoger entre opciones imposibles y mostrarte el verdadero horror de la guerra. A lo largo de esta generación hemos visto montones de shooters con ambientación militar, pero la gran mayoría de ellos presentan una visión maniquea del conflicto, en la que se vacía el cargador sin tener que pensar en las consecuencias de nuestros actos. Aquí, en cambio, no sólo no se glorifica al héroe, sino que se convierte su particular descenso a los infiernos en el eje central de la narrativa.

Spec Ops se ambienta en una ciudad de Dubái de aspecto post-apocalíptico, consumida por el desierto y arrasada por brutales tormentas de arena. Tomando como principal inspiración la novela El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad y la brillante (aunque libre) adaptación cinematográfica de Francis Ford Coppola, Apocalypse Now, el juego de Yager nos pone en la piel de Martin Walker, el hombre enviado a ese otrora lujoso oasis de los Emiratos Árabes para rescatar a John Konrad, un condecorado militar que lleva seis meses desaparecido tras una misión humanitaria que acaba siendo un completo desastre.

Sin embargo, descubrir el paradero de Konrad y qué han estado haciendo él y su regimiento durante medio año no es el fin último, sino un mero catalizador para la verdadera aventura: el viaje interior de Walker hacia la locura de la guerra. Tras jugar un par de horas a Spec Ops asimilo que aquel (a priori) confuso teaser publicado en noviembre, en el que la cámara avanzaba por una autopista que gradualmente se degradaba hasta finalizar en una infernal secuencia onírica, es una fiel metáfora de un cinemático peregrinaje a la psique del soldado que sorprende especialmente por su crudeza.

"En Spec Ops no sólo no se glorifica al héroe protagonista, sino que se convierte su particular descenso a los infiernos en el eje central de la narrativa."

Como shooter en tercera persona, en cambio, no resulta tan impactante pese a ser francamente sólido en sus mecánicas. Aunque puedes acoplar un silenciador a tus armas para realizar incursiones más sigilosas, Spec Ops tiene todo lo que podrías esperar de un pupilo de Gears of War, con sus coberturas, sus tiroteos en confines cerrados, la típica cámara sobre el hombro y la posibilidad de disparar a ciegas y dar órdenes a tus compañeros.

Walker va escoltado durante todo el juego (o al menos en lo que hemos visto de él) por dos soldados, Adams y Lugo. Dejando pulsado el bumper derecho aparece un cursor que nos permite indicarles un objetivo a abatir, y en otras ocasiones una simple pulsación contextual posibilita ordenar otro tipo de acciones, como el lanzamiento de una granada cegadora. Es un sistema muy sencillo, pero que te permite ser rápido y dinámico sin depender de una abultada rueda de opciones que obligue a pausar la acción o a exponerte innecesariamente al fuego enemigo. La IA que gestiona estos compañeros es, además, bastante competente, algo que se agradece teniendo en cuenta que es un requisito indispensable mantenerlos vivos.

Una misión que no es precisamente fácil, porque la munición es un bien escaso y no conviene comportarse como un Rambo cualquiera, corriendo como pollos sin cabeza con el gatillo eternamente apretado y el cuchillo entre los dientes. Tampoco es necesario ser compasivo: a veces los soldados quedan malheridos y sientes la tentación de dispararles para terminar con su agonía, pero también puedes realizar un bruto movimiento de ejecución que te aporta munición extra. Curiosamente, estas ejecuciones plasman cómo se oscurece el alma de Walker a lo largo de su misión: al principio son simples puñetazos, pero a medida que avanza el juego evolucionan en atroces pisotones en la cabeza o salvajes disparos a bocajarro.

"Es un juego al que le gusta poner a prueba tu sentido moral, hacerte escoger entre opciones imposibles y mostrarte el verdadero horror de la guerra."

La arena, gran protagonista de los tráilers promocionales que hemos visto hasta ahora, es otro de los elementos indispensables de Spec Ops. Su representación, tanto a nivel visual como de físicas, es brillante: la fisonomía de los escenarios cambia cuando estos ceden a la presión del desierto que los rodea, y resulta alucinante disparar a un cristal agrietado para que un violento desprendimiento de tierra entierre a varios enemigos tras su paso. Pese a que buena parte de su uso es scriptado, como en las espectaculares tormentas de arena, nos alegra ver que también tiene implicaciones jugables dinámicas, como por ejemplo al lanzar una granada al suelo para que su explosión eleve una nube que ciegue a los enemigos y nos permita acercarnos a ellos para eliminarlos a corta distancia.

Cuando termino la demo de Spec Ops: The Line me quedo con una agradable sensación de mal cuerpo. No por el juego en sí, que sinceramente resulta ser mucho mejor de lo que esperaba, sino porque me ha hecho tomar elecciones incómodas y me ha dejado entrever que lo que al principio creía correcto quizás acabe no resultándolo tanto. Me ha hecho dudar de la validez moral de mis actos y me ha soltado algún que otro gancho de derecha, de esos que te dejan totalmente descolocado y sin saber cómo reaccionar. Me ha hecho pensar, en definitiva.

Creo que lo que Yager tiene entre manos es una evolución necesaria dentro del género y que supone un paso más hacia la madurez del medio. Al principio puede parecer otro shooter genérico como los muchos que inundan el mercado, pero tras pocos minutos se aleja de ellos y se desmarca de una forma que me recuerda a como lo hizo BioShock hace unos años: convirtiéndose en un juego de acción que intenta ser al mismo tiempo reflexivo, cuya impronta perdura incluso cuando ya has apagado la consola. Eso es algo que no ves todos los días, desde luego.

Spec Ops: The Line está siendo desarrollado por Yager Development. 2K Games lo publicará para Xbox 360, PlayStation 3 y PC en primavera de 2012.

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