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Demasiada información

A tomar por saco el efecto sorpresa.

Llevas esperándolo muchos meses, tantos que te parece que haya pasado una década. Has ahorrado hasta el último céntimo posible para poder comprarlo el primer día. Te levantas por la mañana, te vistes, te arreglas, desayunas, y coges el coche para acercarte a la tienda de videojuegos más cercana. Entras en la tienda con un cosquilleo de emoción, te acercas al dependiente con tu copia del juego y pagas.

De camino a casa, no puedes dejar de pensar en el juego que has adquirido, e incluso le has quitado el precinto mientras el ascensor llega a tu piso. Raudo y veloz, abres la puerta, esquivas al perro, y te plantas delante del televisor mientras enciendes la consola e introduces el juego. Tras las actualizaciones de turno, que últimamente son tan habituales el día del lanzamiento, al fin estás a los mandos de ese juego que tanto deseabas.

La sensación de que hay algo raro llega pronto. Resulta que el vídeo de introducción del juego ya lo habías visto en ese famoso portal de videojuegos que tanto frecuentas y, en consecuencia, el efecto sorpresa ha desaparecido por completo. Ya en el primer nivel del juego no consigues desprenderte de esa sensación de familiaridad, y es que la primera media hora del juego ya se filtró 2 semanas atrás a los medios especializados, y el vídeo colgado en YouTube se extendió como la pólvora por las redes sociales. Conforme va avanzando el juego, esperas que tal o cual escena que has visto en ese foro que visitaste hace 3 días se produzca. Ese giro inesperado que tiene el argumento del juego se fue al garete en el momento en el que te leíste el análisis del juego en una conocida web que lo publicó el día anterior de salir a la venta: no lo comentaban específicamente, pero el análisis era detallado y preciso y, por tanto, ya ibas preparado para que algo así pudiera suceder.

Pasa el tiempo, y a los pocos días has terminado el juego, más por insistencia que otra cosa. Y es que, tras muchas horas con ese título que tanto esperabas, resulta que no es tan bueno como creías y no te ha sorprendido como esperabas. Sabes que el juego no es malo, pero te has quedado con una sensación de que ya sabías lo que iba a suceder antes de ponerle las manos encima al juego.

Tantas webs especializadas, tantas filtraciones, tanto hype, tanto detalle, tanto análisis, tanto avance meses antes del lanzamiento, tantos diarios de desarrollo, tantas especulaciones, tanta información... ¿Para qué?

Bueno, sabemos para qué. Estrategias de márketing al servicio de la maquinaria del departamento de ventas de la distribuidora correspondiente. Se habrán vendido miles, o millones de copias, pero se ha perdido el efecto sorpresa. Lo más triste es que nosotros hemos contribuido a ello. Como sucede con la telebasura, ellos ofrecen al público precisamente lo que quiere, ni más ni menos. ¿Es eso algo malo? Ni mucho menos. Pero luego no vayamos quejándonos de que tal o cual juego no sorprende, si resulta que nosotros mismos nos lo hemos autodestripado en las semanas previas.

¿Tiene remedio, doctor? Sólo si nosotros lo queremos.

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