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Amy

El ocaso del terror.

Conclusiones

En contra de lo que puedan sugerir las palabras pronunciadas desde el estudio de desarrollo, en las que achacan la tibia acogida que ha tenido su juego a un nivel de dificultad excesivo, Amy no es, en realidad, un juego demasiado exigente o, al menos, no lo es en su mayor parte. Es en su tramo final cuando resulta posible, y hasta probable, contemplar en numerosas ocasiones el mensaje de Game Over en la pantalla, pero no es menos cierto que las más de las veces la muerte vendrá provocada por defectos del juego, es decir, por causas ajenas a la pericia de quien sostiene el pad, de lo que cabe colegir que en realidad el problema de Amy es de diseño antes que de dificultad. Mientras se muestra condescendiente percibes sus enormes carencias, pero puedes seguir jugando. Cuando decide ir a por ti, dejará al descubierto todas y cada de sus miserias.

Este hecho demuestra que, en esto de los videojuegos, la dificultad tiene mucho que ver con la calidad. Un juego difícil no sólo exige lo mejor del usuario, sino también del estudio de desarrollo, que se ve obligado a escribir código despacio y con buena letra, puesto que el más leve error técnico o de diseño puede precipitar la muerte injusta del jugador. Ahí tienes, por ejemplo, a Dark Souls: una cuestión tan trivial en otros títulos como es la del clipping, en Anor Londo puede significar tranquilamente la diferencia entre la vida y la muerte.

En Amy un dictamen forense riguroso y certero señalará, por tanto, al deficiente diseño como causante de la muerte.

En Amy un dictamen forense riguroso y certero señalará, por tanto, al deficiente diseño como causante de la muerte. Esta circunstancia, aparte de subrayar las carencias médicas del estudio de desarrollo a la hora de realizar autopsias, pone de manifiesto las dificultades actuales de todo un género para levantar cabeza. Un modo de entender los videojuegos que conoció su época dorada entre zombies pixelados y mansiones prerrenderizadas, pero que ahora, cuando la potencia de las máquinas permite recrear con eficacia atmósferas sólidas y contundentes, parece empeñado en emular a las criaturas que habitan en él, y se arrastra penosamente por los circuitos de la consola suplicando hambriento por un pedazo de tu cerebro.

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